viernes, 19 de octubre de 2012

CAPILLA DE SAN AMARO


CAPILLA DE SAN AMARO
ALDAN - CANGAS
PONTEVEDRA
     
      


     La calma reina en el puerto de Aldán. Es media mañana, todos han salido a faenar, a buscar los tesoros de la mar a bordo de embarcaciones de bajura, o de los bateeiros que cultivan la ría como si fuesen parcelas.
De vez en cuando alguien rompe la quietud, entra un barco, otro sale. En el muelle están haciendo reparaciones en uno de los gigantes que acuden al Gran Sol, uno de los caladeros más importantes para la marinería canguesa.
  
     
     


     Aldán vive mirando al mar. Desde el puerto recorremos el paseo de madera que bordea la playa de San Cibrán y llega hasta la desembocadura del río Orxas.
     Se nos ocurren muchas postales cargadas de saludos y de bonitos paisajes de la parte interna de la bahía, de la ría más pequeña de Galicia. Pequeña en extensión, pero con personalidad propia. De hecho, Aldán no es un paraíso desconocido.
  
 

     
     

      Abundan por aquí lujosas residencias de veraneo que prueban este descubrimiento. Tierra adentro también es posible encontrar paisajes marinos, lo que queda del burgo de marineros y su arquitectura popular, la casas de patín donde guardaban redes y embarcaciones, y junto a ellos, hórreos, porque a los trabajos de la mar se añadieron siempre las labores del campo.

     
      

     Otra que resiste es la iglesia parroquial, de San Cipriano, de estilo neoclásico. Es muy llamativa su torre almenada, coronando la fachada con altivez. Si rodeamos el templo daremos con un mausoleo decimonónico. Su estilo nos resulta familiar, ya que es obra del maestro Cerviño, quien dejó por estas tierras otra célebre muestra de su arte, pues es el autor del famoso cruceiro de Hío. Lindando con el atrio parroquial se levantan los muros del Pazo Torre de Aldán, propiedad de la casa de Aldao, que señoreó estas tierras desde la Edad Media. Vinculado a este linaje estaba también el Pazo de Vista Alegre, joya de la arquitectura civil del siglo XVIII.

     
      

     Entre ambos pazos se reparten los terrenos que los circundan en varias hectáreas a la redonda. Pero una parte de la finca está a punto de variar su destino. Detrás de la cerca de piedra, todo un símbolo de poder, se esconde un bosque delicioso, poblado con una interesante variedad de especies botánicas. Si llegan a buen puerto las gestiones oportunas, esta inmensidad, en la que cabe un acueducto y hasta un castillo casi en miniatura, se convertirá en un solar público, para que lo disfrutemos todos.

     
     

     Como ahora ya podemos hacer por la recuperada senda de los molinos del río Orxas, el paseo refrescante cuando querramos huir de calores playeros. Eso si somos capaces de resistir a la tentación. Porque las playas de Aldán son magníficas. La fama de los arenales del concello de Cangas se comprende muy bien, por ejemplo, en Menduíña, galardonada con la Bandera Azul de la Unión Europea. No es menos el arenal de Francón, playa familiar ocupada por sombrillas y grupos de jóvenes. En pleno agosto es difícil hacerse un hueco, también porque tiene un camping a pie de playa, para los más comodones, sin excusas para correr a la orilla en busca de un chapuzón. Y si no, nos queda Areacova, otra estupenda razón para acercarse a Aldán este verano.



XOAN ARCO DA VELLA

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